LA
IDENTIFICACIÓN - 1921
1. La identificación es la más temprana
exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona. Juega gran papel
en la prehistoria del complejo de Edipo. El niño manifiesta interés hacia su
padre; quiere crecer y ser como él, lo toma de ideal. En simultáneo o algo después
inicia una investidura de objeto de la madre. Hay así dos lazos distintos:
investidura sexual de objeto con la madre; identificación al padre a quien toma
de ideal. Ambos coexisten un tiempo sin influirse, pero como la vida anímica
tiende unificarse, ambos lazos confluyen y así nace el complejo de Edipo
normal. El niño ve que el padre le cierra camino hacia la madre; su
identificación con él se torna hostil y termina en el deseo de sustituir al
padre también junto a la madre. La identificación es ambivalente desde el inicio; puede virar hacia
la expresión de ternura o deseo de eliminación. Es retoño de la 1º fase de la
organización libidinal (oral) donde el objeto amado se incorpora por devoración
y se aniquila.
Más tarde es fácil perder de vista el
destino de esa identificación al padre. Puede que después el complejo de Edipo
sufra una inversión, que se tome por objeto al padre en actitud femenina, un
objeto del cual las pulsiones sexuales directas esperan satisfacción; en ese
caso, la identificación con el padre sería precursora de la ligazón de objeto
que recae en él. Igual vale para la niña con las sustituciones necesarias. La
diferencia entre identificación de ese tipo con el padre y elección de objeto
que recaiga sobre él es que en el primer caso el padre es lo que uno querría
ser; en el segundo, lo que querría tener. La diferencia depende de que la
ligazón recaiga en el sujeto o en el objeto del yo. La primera ligazón ya es
posible antes de toda elección sexual de objeto. La identificación aspira a
configurar el yo propio a semejanza del otro, tomado como modelo.
2. La identificación en la formación de
síntoma sustituye a una ligazón libidinosa de objeto por vía regresiva,
mediante introyección del objeto en el yo. Síntoma como Identificación al
rasgo de la persona odiada/amada.
Caso1: una niña toma el síntoma
de la madre. La identificación es igual que la del complejo de Edipo, voluntad
hostil de sustituir a la madre y el síntoma expresa el amor de objeto por el
padre; sustituye a la madre bajo el influjo de la conciencia de culpa:
“Quisiste ser tu madre, ahora lo eres al menos en el sufrimiento”.
Caso2: Dora imita la tos
del padre. La elección de objeto hace regresión a la identificación. Como la primera
forma de lazo afectivo es la identificación, bajo el mecanismo de la formación
de síntoma (represión e influjo de mecanismos del inconciente) suele ocurrir
que la elección de objeto vuelva a la identificación, el yo toma sobre sí
propiedades del objeto. En ambas, la identificación es parcial, toma un rasgo
de la persona objeto.
3. La identificación por la percepción de un
rasgo en común con una persona que no es objeto de las pulsiones sexuales, sin
relación de objeto con la persona copiada Caso: una interna recibe una carta
del amante secreto, despierta sus celos y tiene un ataque histérico, unas
amigas, por infección psíquica sufren igual ataque. El mecanismo es el de la
identificación por estar o querer estar en la situación de tener un amante
secreto y bajo el influjo de la culpa, aceptan el sufrimiento aparejado. Uno de
los “yo” percibe en el otro un punto en común, luego crea una identificación en
ese punto. Influida por la situación patógena la identificación se desplaza al
síntoma que el primer “yo” produjo. La identificación por el síntoma sería indicio
de un punto en común entre ambos “yo” que debía permanecer reprimido. Mientras
más significativa sea eso común, más exitosa será la identificación parcial y marcará
el inicio de una nueva ligazón. La ligazón recíproca entre individuos de la
masa es de este tipo, basada en una amplia comunidad afectiva sostenida en la
modalidad de ligazón con el líder.
4. Otros tipos de identificación
Génesis de la homosexualidad masculina:
El joven que estuvo fijado a su madre en el sentido del complejo de Edipo por demasiado
tiempo e intensidad, al concluir la pubertad donde debe permutar a la madre por
otro objeto sexual, sobreviene una vuelta repentina; el joven no abandona a su
madre sino que se identifica con ella y ahora busca objetos que puedan
sustituirle al yo de él, a quienes él pueda amar como lo hizo su madre. Es
llamativa la amplitud de esa identificación: trasmuda al yo en un componente crucial,
el carácter sexual, según el modelo de lo que hasta entonces era el objeto. Con
ello el objeto mismo es resignado.
El análisis de la melancolía, cuya
causa puede ser la pérdida real o afectiva del objeto amado, es otro ejemplo de
introyección del objeto. Hay en estos casos auto denigración del yo con implacable
autocrítica y auto reproches. El análisis devela que en verdad estos reproches
se aplican al objeto y constituyen la venganza del yo sobre él. Así, el yo se divide
en 2 fragmentos: Uno alterado por introyección, que incluye al objeto perdido y
otro que se comporta cruelmente e incluye a la conciencia moral, instancia
crítica del yo que ya en épocas normales se le opuso críticamente, pero nunca
tan implacable. Es la parte que se separa del yo y puede entrar en conflicto
con él, el ideal del yo cuyas funciones son autoobservación, conciencia
moral, censura onírica y represión, herencia del narcisismo que se forma
tomando las exigencias del medio, a las que el yo no siempre puede responder,
toda vez que no puede contentarse consigo en su yo, se satisface en el ideal
del yo.
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